sábado, 28 de septiembre de 2013

La Niebla.

Era una tarde de Noviembre. Mi cuerpo, después de terminar la dura jornada, se desplomó en el sillón para descansar.
Hacía frio, había sido un día gris, aburrido y triste.
A decir verdad, el simple hecho de saber que en menos de unas horas me iría a dormir me hacía bastante feliz.

En ese momento, para estimular mas mi relajación, decidí contemplar por la ventana mi bello pueblo, pero me llevé una grata sorpresa al observar que la villa estaba completamente cubierta por una niebla tan gris que solo dejaba ver los tejados mas altos.
No era una niebla normal, era mucho mas espesa que cualquier niebla que podáis llegar a imaginaros. Parecía realmente que habíamos sido engullidos por ella, parecía realmente que esta tenía vida propia.

Intente olvidarme de la niebla y seguir con mi relajación, pero a duras penas, ya que mi sexto sentido me inducía a mirar de nuevo aquel extraño fenómeno. No era normal la enorme cantidad de niebla que se había producido en tan poco tiempo, ni mucho menos la sensación que esta causaba.

Algo en el ambiente me hizo estremecer, mi expresión se tornó al horror y mis pelos se erizaron de manera exagerada. Justo frente a mi, en uno de los tejados que la espesa niebla dejaba ver, pude contemplar la sombra de una figura humana, quizás mas alta de lo normal, que caminaba por lo alto de aquel edificio, pausadamente, creando un ambiente terriblemente siniestro que me causaba ansiedad.
Fuese lo que fuese no era humano, fuese lo que fuese solo lo estaba contemplando yo, y eso me causaba mucho mas miedo que todo lo demás. Por mucho que yo quería, no podía dejar de mirar, el miedo me tenía tan paralizado que no podía efectuar absolutamente ningún movimiento, no podía tan siquiera cerrar los ojos para olvidarme de aquel ser.

La figura continuó su camino, lentamente, sin pausa, hasta que finalmente, tras pararse unos segundos fue devorada por la voraz niebla, desapareciendo ante mis ojos, para no volvérsela a ver nunca mas.

A día de hoy no consigo comprender el motivo de aquel misterioso suceso, aun no consigo saber que era esa extraña figura ni cual era su origen. A día de hoy, solo se, que nunca jamás podré olvidar esa extraña tarde, que jamás podré deshacerme del recuerdo de esa espesa niebla delante la cual me consumí durante horas.




La Niebla- Alejandro Revuelta

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