"Me gustaría decirte que Andrew se defendió a muerte y que las hermanas lo dejaron en paz , me gustaría decirte.. pero la cárcel no es un cuento de hadas." Película Cadena Perpetua.
Aunque sencillo, el
mágico retal que os voy a narrar enmascara grandes principios,
enormes vivencias, grandes revelaciones sobre mi "Yo" más
abisal y profundo. Esto último no es para nada negativo, entenderse
a uno mismo es quizás una de las cosas más hermosas que te pueda
brindar cualquier ser Sempiterno. Pero eso son otros menesteres. Como
os dije al principio vengo a contaros una historia, una historia
sencilla, una historia que a mi me hizo pensar y reflexionar durante
muchas noches de lluvia sobre la verdadera esencia del día a día,
sobre la verdadera esencia del "Vivir".
En aquella feliz
época vivíamos en un apacible y antiguo templo de rasgos
orientales. Rodeados de enormes praderas, de alegres árboles que nos
arropaban cuando las tormentas decidían visitarnos, rodeados de
pequeños seres mágicos y solitarios que no se mostraban casi a
ningún mortal. Puede que se obvie, con todos estos detalles,
nuestra natural riquieza espitirual. Mas la pobreza material era,
también, muy abundante en aquella armoniosa vivienda. Costaba mucho
trabajo a los mayores sacar adelante a la numerosa familia. La
esperanza de esta residía en una sola persona. Nadie recordamos
cuando ni de donde vino, mas el caso es que "El", haciendo
el papel de padre cuando nuestros abuelos no podían seguir
adelante, nos ayudaba a pasar la hambruna y a ver las cosas de una
forma mas positiva, sin llantos, sin preocupaciones.. A día de hoy
no podría afirmar de quien se trata en realidad, pues si algo es
innegable, es que su personalidad, y sus brillantes dotes, siempre
han estado ocultas tras un halo de misterio. Por aquel entonces no
demostrábamos apenas relación, ambos sabíamos que nos teníamos,
sabíamos que estábamos ahí, pero el trato era prácticamente
escaso. Aunque a decir verdad, con el paso del tiempo y con el
aumento de mi madurez, el lazo fue incrementándose
considerablemente. Pero como no, la tormenta rompe todas las calmas.
Un día, sin avisar, todos fuimos sorprendidos por la tardanza de
nuestro familiar en la cena.
Los días pasaron
lentos. Los mayores, ocultándonos la realidad, no paraban apenas por
casa. Por otro lado los árboles comenzaron a deshojarse, los
extraños seres que de vez en cuando nos visitaban también
desaparecieron.Mas pudimos dar los jóvenes, un mediodía bañado
por la luz primaveral, el alcanze a la verdad; El familiar, en
contra de su voluntad, se vió en la desgarradora obligación de
partir a algún ominoso lugar. Según me contó la druidesa de dos
caras se trataba de Alk´Dhar, infierno donde los valientes pagan los
errores, y donde nuestro familiar saldaría su deuda por las acciones
acaecidas por valor y entereza, por sacarnos a todos, incluido el
mismo, del abismo material en el que nos veíamos, desgraciadamente,
inmersos.
Pasaron dos
estaciones antes de poder volver a verlo. Sabíamos de el lo poco que
este, cuando se lo permitían, nos hacía llegar a partir de misivas,
que por el momento eran escasas, y dirigidas, solamente, a los
mayores.
Fue una mañana,
sin apenas esperarlo, cuando llegó a mi poder un sobre, lacrado con
el símbolo de un león, en el que ponía mi nombre. No pude
contener mis ansias por asimilar su contenido, así que con cuidado
despegué la rugosa solapa que lo envolvía, fascinándome el hecho
de entender que se trataba de un texto, caligrafiado a partir de una
pluma con la tinta escarlata, escrito por nuestro familiar.
Las líneas que
reposaban sobre aquella misiva parecían contener, por su hondo y
denso significado, la vida propia de un paraje marino. No tardé en
darme cuenta, tal vez por mi natural inteligencia, de que cada
palabra, cada frase, no provenía de otro sitio sino de las propias y
debilitadas entrañas de su enjaulado autor. Se me detallaban, con la
adecuación propia para mi edad de entonces, los motivos por los que
se había dado su partida a tal hórrido lugar. Hubieron, en ese
instante, expresiones del mensaje que quedaron selladas en mi
corazón al rojo vivo, lacradas en mis principios.. como la rémora
al solitario huesped que sirve hasta su muerte. A partir de aquel
día, y para siempre, el infante que era comprendió ,no sin antes
darle mil vueltas, la compleja e incauta diferencia.. entre la
necesidad y el vicio.
Hubo expresiones de
aquel texto que grabé a fuego en mi mente, tal véz en mi corazón..
Pero el caso es que, dado el carácter tan íntimo de la misiva, me
decanté por guardar el sobre entre las páginas de un libro, para
que nadie pudiese leerlo jamás, respetando así lo que debía de
haber quedado entre dos corazones, y que por desgracia dos fantasmas
sin rostro tuvieron, en una noche de lluvia, el valor de profanar con
el Don de la inseguridad, la codicia, y la curiosidad mas
problemática.
El paso de dos
estaciones, como ya he comentado antes, trajo consigo de nuevo a
nuestro amado familiar. Que nos devolvió a todos la sonrisa y la
energía que nos habían robado los vampiros de la montaña junto a
las enormes sanguijuelas del lago. Las cosas se pusieron en su sitio,
todo mejoró con el tiempo, que dejó en todos una huella imborrable,
solamente visible para aquellos que han conocido la perseverancia, la
lucha, el valor.. para aquellos que han bebido el veneno del Ángel
Gabriel, y posteriormente se han recuperado con su elixir.
Os confesaré que
aún hoy en día, en ciertas ocasiones, me apetece recordar lo
vivido, para reflexionar y tomar perspectiva con la evolución de mi
madurez. Y fue en uno de esos momentos cuando, al abrir de nuevo el
libro en el que había escondido la carta, percibí su misteriosa e
irracional desaparición. Revisé bajo los efectos de mi propia rabia
todos los libros, todos los cofres de mi dependencia, pero a duras
penas.. aquella carta escrita en rubí parecía no haber existido
jamás. Sin duda alguna el hecho de haber perdido algo tan valioso
me entristeció durante varios días, llevándome al llanto en
repetidas ocasiones...
Aún en la
actualidad, cuando la lluvia golpea mi ventana, recuerdo aquel
sobre.. aquel templo rodeado de árboles, las criaturas que nos
observaban cariñosamente desde lo mas profundo del bosque. Aquella
época de fantasmas y de monstruos bajo la cama jamás será
olvidada, ni por mi ni por los que me rodean. Pero si algo es
cierto, es que en la actualidad la suerte me sonríe, las entidades
sempiternas me han pagado con monedas de cambio.
Os revelo que hace
tiempo se me ofreció la posibilidad de llevar a cabo las mismas
acciones que llevaron al Familiar, junto al Golem de piedra y la
Sombra,a pasar esos momentos en Alk´Dhar .. Sin pensármelo dos
veces rechacé la oferta. No tenía necesidad de involucrarme en
tales menesteres, a diferencia de las desatendidas personas que
quisieron contar conmigo para acompañarlas por aquel peligroso y
empedrado camino de dificultades que tiene ida.. pero que no tiene
vuelta.
Como ya os he
confesado, en mi corazón quedó grabada la diferencia entre obrar
por necesidad y entre obrar por vicio. La suerte me comienza a
sonreir, las hojas de los árboles vuelven a florecer, los guardianes
del bosque han vuelto a su hogar. Y es ahora, después de mucho
tiempo, cuando consigo comprender que nunca olvidé la esencia de
aquellas líneas. Cuando entiendo que la carta perdida jamás se
fue de mi lado.
Alejandro Revuelta- La carta Perdida.