Era una tarde de Noviembre. Mi cuerpo, después de
terminar la dura jornada, se desplomó en el sillón para descansar.
Hacía frio, había sido un día gris, aburrido y
triste.
A decir verdad, el simple hecho de saber que en menos de
unas horas me iría a dormir me hacía bastante feliz.
En ese momento, para estimular mas mi relajación,
decidí contemplar por la ventana mi bello pueblo, pero me llevé una
grata sorpresa al observar que la villa estaba completamente cubierta
por una niebla tan gris que solo dejaba ver los tejados mas altos.
No era una niebla normal, era mucho mas espesa que
cualquier niebla que podáis llegar a imaginaros. Parecía realmente
que habíamos sido engullidos por ella, parecía realmente que esta
tenía vida propia.
Intente olvidarme de la niebla y seguir con mi
relajación, pero a duras penas, ya que mi sexto sentido me inducía
a mirar de nuevo aquel extraño fenómeno. No era normal la enorme
cantidad de niebla que se había producido en tan poco tiempo, ni
mucho menos la sensación que esta causaba.
Algo en el ambiente me hizo estremecer, mi expresión se
tornó al horror y mis pelos se erizaron de manera exagerada. Justo
frente a mi, en uno de los tejados que la espesa niebla dejaba ver,
pude contemplar la sombra de una figura humana, quizás mas alta de
lo normal, que caminaba por lo alto de aquel edificio, pausadamente,
creando un ambiente terriblemente siniestro que me causaba ansiedad.
Fuese lo que fuese no era humano, fuese lo que fuese
solo lo estaba contemplando yo, y eso me causaba mucho mas miedo que
todo lo demás. Por mucho que yo quería, no podía dejar de mirar,
el miedo me tenía tan paralizado que no podía efectuar
absolutamente ningún movimiento, no podía tan siquiera cerrar los
ojos para olvidarme de aquel ser.
La figura continuó su camino, lentamente, sin pausa,
hasta que finalmente, tras pararse unos segundos fue devorada por la
voraz niebla, desapareciendo ante mis ojos, para no volvérsela a ver
nunca mas.
A día de hoy no consigo comprender el motivo de aquel
misterioso suceso, aun no consigo saber que era esa extraña figura
ni cual era su origen. A día de hoy, solo se, que nunca jamás podré
olvidar esa extraña tarde, que jamás podré deshacerme del recuerdo
de esa espesa niebla delante la cual me consumí durante horas.
La Niebla- Alejandro Revuelta